Plumilla para mi poema del pintor cubano Grave de Peralta
LA PROCESIÓN
Hay un desfile en mi alma,
todos llevan vela en mano,
visten un luto profano
y marchan en plena calma.
Hay un silencio que empalma
la verdad y la mentira,
una oración que se inspira
en cada labio que besa
y el vendaval por sorpresa
de una misa que delira.
Salen en fila con manto
de hilo puro y oropel,
llevan por cruz un papel
escrito sólo con llanto.
Se desdibuja el espanto,
el miedo, la soledad,
todos imploran piedad
en coro, al dolor malsano,
y en un canto gregoriano
se deshace la verdad.
Hay una cruz, una sola,
la van cargando en el hombro,
una cruz del mismo escombro,
de gardenia, de amapola.
Y detrás, en larga cola,
monjes con buena intención
sostienen con precisión
una caja de cristal
donde descansa letal
mi alma en la procesión.
LA PROCESIÓN
Hay un desfile en mi alma,
todos llevan vela en mano,
visten un luto profano
y marchan en plena calma.
Hay un silencio que empalma
la verdad y la mentira,
una oración que se inspira
en cada labio que besa
y el vendaval por sorpresa
de una misa que delira.
Salen en fila con manto
de hilo puro y oropel,
llevan por cruz un papel
escrito sólo con llanto.
Se desdibuja el espanto,
el miedo, la soledad,
todos imploran piedad
en coro, al dolor malsano,
y en un canto gregoriano
se deshace la verdad.
Hay una cruz, una sola,
la van cargando en el hombro,
una cruz del mismo escombro,
de gardenia, de amapola.
Y detrás, en larga cola,
monjes con buena intención
sostienen con precisión
una caja de cristal
donde descansa letal
mi alma en la procesión.
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