Yo que pude amanecer
debajo de tu mirada
sin saberlo fui hechizada
por un extraño poder.
Quedé presa al parecer
una mañana entre rejas
sin lamentos y sin quejas
despojada de prejuicios
fui a escalar tus precipicios
por las oscuras callejas.
Tube la dicha de amar
una noche de destellos
guardé los besos mas bellos
que alguien pudiera guardar.
Viejas calles al pasar
nos miraron fijamente
y los barcos de repente
evocaron la sonrisa
aquel nocturno de brisa
que se ha quedado latente.
Me perdí en tus latitudes
ya de un príncipe esculpido
así en tu cuerpo me anido
embriagada de virtudes.
Recorro tus latitudes
voy saboreando tu aroma
y a cada paso se asoma
tu palabra como un mito
alzándose en lo infinito
allá en las silvestres lomas.
Todo lo bello de ti
se fue un día de mi mano
volando hacía lo lejano
y su rastro yo perdí.
Sin dudas que guardé en mi
aquel silencio de espera
colapso de primavera
que se hizo más profunda
al aparecer rotunda
cubierta de enredadera.
Amé tus manos que acaso
pueden conservar mis huellas
quise alcanzar las estrellas
desde el fondo de mi ocaso.
Me sentí niña en tu abrazo
fuiste alivio de mis males
y en espacios colosales
de ti guardo en la memoria
ir de tu mano a la gloria
en mis días otoñales.
No sé quien pone murallas
si el amor no tiene alcance,
cuando existe un buen balance
cesan de ser las batallas.
Por eso ahora que tu callas
y sueñas la nueva senda
puede ser que te comprenda
a la luz de la armonía
donde tu sonrisa un día
quiso tornarse en leyenda.
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